sábado, 13 de octubre de 2012



Ver otras realidades y aprender de ellas...

El turismo educativo, representa una forma de aprendizaje con métodos más liberales, ya que valoran más la educación experimental, sobre todo las experiencias de “aprender haciendo”. A través de este tipo de aprendizaje se puede estimular el interés por la música, el arte, la arquitectura, el folklore, la ecología, la cultura de una región, el cuidado de los espacios naturales y muchos más.
Un viaje tiene un alto contenido educativo, ya que no todo se aprende en las aulas sino en el mundo exterior, es una oportunidad que sirve para explorar –de primera mano- los sitios previamente elegidos con el objetivo de experimentar un ambiente desconocido a través de la interacción con un instructor (o tutor), pero sin la típica presión de las tareas y exámenes de la educación convencional.
Desde esta óptica, el viaje pierde una parte de la relajación que conlleva tradicionalmente para “obligarnos” a actuar en las actividades locales, interiorizándonos de trabajos o tradiciones, aprendiendo, preguntando, tomando parte.
Viajar a un destino no sólo para observarlo desde la distancia, sino para meternos en cuerpo y alma en el lugar que nos acoge.